“Parece un Cuento de Navidad verdad?” –reflexiona Azucena al concluir el relato que compartiremos a continuación. Y si, parece. Tal vez por eso se potencia la Magia al confirmar que esta historia no es ningún cuento…
“El primer encuentro con Lito – dueño de la librería La Recova desde hacía 49 años- fue muy loco. Yo viajo en el tren desde Ramos a Castelar todos los días y hacía rato que venía pensando que quería hablar con él para decirle que si proyectaba dejar su negocio yo deseaba hacerme cargo para continuarlo. Pero nunca me animaba, hasta que un día fui y le dije que yo tenía un sueño: queríaLa Recova. Él se rió y me preguntó por qué deseaba eso -por supuesto Lito sabía que yo era dueña deLa Cueva, del lado norte- y me empezó a contar el origen de aquella librería. Supe que ese espacio lo había comprado su padre para él – los primeros propietarios la inauguraron hace 60 años- y mientras me mostraba sus comodidades yo imaginaba claramente lo que a futuro me gustaría hacer en cada rincón, lo veía armado, “materializado”.
Nos despedimos. Él muy amable me dijo que era simpática y nos reímos juntos. Esa noche tuve un sueño: estábamos en un lugar muy luminoso él, mi marido y yo. Lito nos daba un juego de llaves y se retiraba por una puerta chiquitita. Cuando me desperté tuve la certeza de que esto va a ser para mí. Eso pasó hace tres años. Lo fui a ver dos veces más y en la última me dijo que lo estaba acosando, siempre entre sonrisas. Pero cerró nuestro encuentro con una frase certera: “falta poco; va a ver que falta poco”.
Lito estaba muy enfermo pero no lo sabía porque no iba a los médicos. Cuando consultó ya estaba muy complicado por lo que tuvieron que operarlo a corazón abierto. La intervención fue un éxito. Estaba bárbaro entonces le dijeron “el viernes se va a su casa”. Y ese viernes falleció, se fue a su casa original- intuye desde la ternura Azucena.
Pasaron el tiempo y las versiones hasta que un buen día veo entrar en mi negocio a un señor viejito –para mí es un gnomo-, que me preguntó por el dueño. Me presenté y fue él quien me propuso si yo queríaLa Recova. Conactitud nada comercial y repleta de emoción yo le dije que si; que ese era mi mayor anhelo y no daría lugar a obstáculo que me impidiera alcanzarlo.
Empezaron a aparecer otras personas ofertando opciones y este caballero analizó cuál de las alternativas sería más conveniente. Cuando finalmente cerramos el trato nos conocimos por primera vez con Marta, la amorosa esposa de Lito (a quien Castelar Sensible homenajeará en una nota especial en próximas ediciones). Nos trajo de regalo un cuadrito con el dibujo de La Recova original que les habían obsequiado a ellos hacía años y es esa la imagen que elegimos para imprimir en las bolsas que utilizaremos en la reapertura. A mi hijo le contó que Lito tenía su edad cuando empezó a dedicarse a la venta de libros… Más que acordar un negocio el encuentro se transformó en una charla de amigos, de hermanos, de familia.
Los sueños se hacen realidad. Es así. Tengo un diario que documenta mi proceso interno sobre este tema. Se lo mostré a mis hijos recién ahora, para que viesen como había detallado todo. La librería se seguirá llamandoLa Recova, tal cual le prometí a Lito. Yo siento que él manejó los hilos para que las cosas se encaminaran hacia este presente. Cuando cerramos por primera vezLa Recova como nuevos dueños me dí cuenta que la puertita por la que Lito se despedía en mi sueño era exactamente la que teníamos que atravesar para salir del local. Creo que él también nos eligió”.
Gracias a Lito y Marta por cada día de sus vidas en los que se dedicaron a nutrir la sensibilidad de varias generaciones castelarenses.
Gracias a Azucena y Familia por permitir que La Recova siga vibrando en su original espíritu de anidar libros. Todas las Bendiciones para este Renacimiento.