Un dúo de viola y violín desperezan al túnel y engrupen las rutinas de un barrio. Como susurros desde el fondo de un zaguán melancólico.
A las gentes poco y nada le interesan los erráticos vaticinios del noticioso y arremeten con el mondongo, que de taura nomás, le pone los puntos al invierno.
Los musicantes desparraman sus últimos acordes del día, suben la escalera y entran al boliche de Corvi. Quizá nadie los june pero mandan en el túnel de la estación.
Allí recaló, desde Moreno, Nicolás Burgos para desgarrar con su violín la rutina que gobierna ese pasaje subterráneo.
Pasaron tres años, trenes que iban y venían de lo mismo y distintas formaciones pero Nicolás quedó como violinista estable de la orquesta que miércoles y viernes música el túnel.
“Empecé con un guitarrista que se fue cuando consiguió trabajo; luego fuimos un cuarteto de cuerdas en el que tocaba el violoncelo y estuve sólo hasta que llegó Juan Manuel” detalla Nicolás.
Juan Manuel Murias es vecino de Castelar y la viola del dúo que debutó el último verano. Pese a que ambos estudian en el Conservatorio de Morón se conocieron bajo la luz mortecina del túnel.
Casi de arrebato se conformó el dúo y con Libertango conquistaron a la presurosa afición de un sitio acostumbrado al lamento del ferrocarril y al pregón del busca.
“Al grupo le pusimos Primer Ensayo porque una señora que pasaba nos preguntó el nombre y le dijimos que era nuestro primer ensayo y creyó que nos llamábamos así” recuerda Juan Manuel.
Con un repertorio variopinto recorrieron peatonales y túneles mas tiraron el ancla en Castelar donde la vendedora de chipá les marca el pulso cuando vocea su oferta y la mendiga pide moneditas.
“Castelar es el punto de reunión y nuestra sala de ensayo, además la gente nos presta atención y aprecian lo que hacemos” destacan del reducto que los cobija.
Algunas gentes eligen el túnel cuando hacen los mandados para escucharlos y hasta una mujer derramó una lágrima cierta vez o que Juan Carlos Turco, ese ciudadano infatigable, los convocó para sus 80 abriles.
Dicen que tienen vedado Ituzaingó porque el otario que vende destinos tiró la bronca pero en Ramos Mejía los vivan quienes se ganan la vida vendiendo chucherías.
Abrieron la Muestra de Arte en el Concejo Deliberante de Morón y por la repercusión fueron invitados a tocar en la plaza aunque la lluvia truncó la cita.
Cuando llueve no suelen aportar por el túnel porque se inunda pero si escasea el mango afinan entre los charcos.
Nicolás y Juan Manuel no piden, ofrecen y fían tangos, blues, chacareras, música clásica y para purretes.
Persiguen sueños como trenes su público. Desean recibirse y poder vivir de la música. Soñar, desear y vivir sin escatimar y sin renunciamientos.
Fotos: Carina Felice
Mini Biografías
Nicolás Burgos mastica los 24 y desde los 15 le pone el hombro al violín. Además del dúo integra la Orquesta Sinfónica de San Martín, de la que aguarda una vacante para ser becado, una banda de rock y pop llamada Cuántica y un conjunto de tango, que por su arribo reciente, ignora el mote.
Militante de instrumentos de cuerda -supo tocar violoncelo- celebra que haya cada vez más pibes en la calle con ansias de violinistas.
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Juan Manuel Murias porta 24 y catorce con la viola. A su vez, toca piano y flauta. Da clases de guitarra y, al igual que su compañero, estudia en el Conservatorio.
De pibe integró una banda con la que recorrió el interior y compartió escenarios con los metaleros más mentados del país.
Acompañado o solo pulsa la guitarra donde el norte y el sur se confunden.
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