Navidad: Tiempo de Balance y Conciencia « Castelar Sensible
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Navidad: Tiempo de Balance y Conciencia

El querido padre Martín que es el párroco de la Iglesia Santa Magdalena Sofía Barat desde hace nueve años y nos enorgullece como comunidad desde sus múltiples talentos –fue miembro del Jurado Ecuménico del Festival Internacional de Cannes de este año por ejemplo–, en esta ocasión honra a Castelar Sensible con un mensaje especial. Le agradecemos afectuosamente su apasionado compromiso para inspirarnos la acción desde los Valores Humanos y movilizar la esencia de nuestro Espíritu. Bendiciones para todos en estos días y Siempre. 

Cada vez que en el calendario se acerca la época de la Navidad todos de alguna manera comenzamos un tiempo de balance, de mirar lo caminado. Pero será tal vez por la altura y la intensidad de este particular año, el cansancio y las heridas nos hacen detener con muchísimo más detalle en todo aquello que de una manera u otra no ha visto la luz o se ha oscurecido: proyectos, vínculos, sentimientos, sueños… Pareciera que hay una especie de lente que reduce los logros y aumenta las ausencias y las frustraciones.

No deja de ser paradójico que en el pesebre de Belén en medio de la pobreza surja la Luz. Una luz que nace, una luz que pide ser recibida, una luz que necesita que algo haya sido alumbrado por cada uno de nosotros (aquí surge nuevamente el problema: el desafío de encontrar que algo nuevo nació en nuestra vida en este año) para que la Navidad sea un estado del alma, una construcción comunitaria que requiere que todos nosotros nos conectemos con nuestra propia capacidad de dar vida y así, con cada uno de nuestros “nacimientos”, tomemos conciencia que algo de Dios a podido alcanzarnos.

Que en un mundo y en un tiempo muchas veces gobernado por la anomia y la injusticia, donde el privilegio de pocos se basa en la exclusión de muchos; proclamemos que todos estamos hechos del mismo barro y que justamente aquel que por Amor fue el primer alfarero de la tierra, en Navidad se hace barro Él mismo; y no de cualquier fango sino del de los márgenes de la historia, junto a los que quedaban y quedan en la cuneta de la vida. Esto nos obliga a revisar si buscamos a Dios donde (y entre quienes) él quiere hacerse presente, encarnarse, comprendiendo así que la utopía del Dios es su apuesta al Hombre.

Una apuesta que nos invita a nosotros mismos a trastocar nuestra escala de valores, nuestra visión conspirativa de nosotros y de los demás, a alisar todas las colinas que se formaron con nuestras indiferencias, broncas y resentimientos.

Si nuestro balance es negativo, el desafío es comenzar a pensar que sí somos capaces de dar y recibir, de construir, de comprometernos con la realidad y con los que están a nuestro alrededor. Y de esa manera alumbrarnos, no como existencias que van a la deriva sino como timoneles de nuestras propias vidas.

Comenzar como los pastores y los magos a descubrir nuestra estrella, a seguirla… y tal vez descubrir en aquello o aquellos que nunca lo imaginamos porque no los considerábamos, porque no teníamos tiempo o ganas lo que nos invita esta nueva Navidad, a saber que no todo está perdido.

Martín Bernal.